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viernes, noviembre 25, 2005

Un lobby internacional conspira contra la cultura

Infinita avaricia

La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual prepara un nuevo derecho de propiedad intelectual a favor de los emisores y redistribuidores de información que, entre otras cosas, hará imposible regalar contenidos e inutilizará las licencias Creative Commons. Simultáneamente, la industria intenta 'colar' de tapadillo medidas anticopia en las leyes EEUU. Y el presidente de Warner Music, Edgar Bronfman, anunciaba hace poco sus intenciones: subir el precio de iTunes y obtener ingresos por la venta de iPods... Lo cierto es que al 'lobby' de la propiedad intelectual desbocada sólo le falta el gato en el regazo para parecer un malo de película de James Bond.

Imagínese que el fabricante de una manguera tuviese derechos de propiedad sobre el agua que por ella circula. O que la concesionaria de una autopista de peaje pudiese quedarse con un porcentaje de la mercancía transportada en ella por camiones. O que su empresa de telefonía móvil adquiriese título de propiedad de las conversaciones efectuadas a través de su servicio. Éso es lo que prepara la OMPI. Para proteger a los autores, dicen, se les va a impedir hacer lo que les plazca con su obra. Para proteger la cultura, dicen, se va a apilar sobre ella derechos inexistentes de propiedad que suman costes a su distribución. Para favorecer la libertad, dicen, se va a encarecer su ejercicio. Es un concertado intento de extender al infinito unos derechos que fueron creados limitados; un sorprendente descaro que crea nuevos derechos donde jamás los hubo; un audaz plan para robar a la sociedad lo que legítimamente le corresponde. Un poderoso y rico 'lobby' de empresas del sector cultural y alrededores están ocupadas haciendo que las leyes trabajen para ellas. Se están convirtiendo en verdaderos enemigos públicos.

El problema no es la piratería, ni la digitalización, ni los programas que rompen sistemas de protección anticopia. El problema es la infinita avaricia de unas empresas nacidas como intermediarios culturales que desean extender su podermás allá de lo razonable. No les sirven las draconianas leyes existentes; quieren más. Lo quieren todo, por las buenas o por las malas. Y no se paran en barras.

Su última idea es crear una nueva forma de propiedad intelectual para los transmisores de información. Así, incluso aunque el autor original quiera distribuir libremente su obra no podrá hacerlo, porque el mero hecho de colocarla en la Red a través de un proveedor de servicios generará un derecho de propiedad para éste. Quien era hasta ahora prestador de servicios se convertirá así por arte de magia en copropietario, con todo lo que ello implica y durante nada menos que 50 años.

Esto es una descarada expropiación de los derechos de los creadores de cultura y de sus consumidores. Esto es un abuso. Esto es un escándalo.

Esto es la línea actual de trabajo del 'lobby' de la propiedad intelectual.

Su problema es serio. Acostumbradas a decenios de absoluto control sobre el mercado cultural, las megacorporaciones que se han acabado creando han olvidado cómo llevar a cabo su papel esencial de ayudar a la creación y a la distribución de cultura. Se han convertido en explotadores de los autores y en abusadores de los clientes, prevaliéndose del total control sobre el mercado que les garantizaba su posición de intermediación. Ya no saben ayudar a los autores a crear, ni ayudar a los consumidores a disfrutar de la creación. Sólo eso puede explicar el hecho de que en un mundo en el que la creación explota, las empresas intermediarias de la creación intentan por todos los medios limitar, reducir y controlar la cultura en beneficio propio.

Hay que detenerlos. Hay que luchar contra ellos. Hay que parar sus abusos. Ya está bien. Como consumidores y como creadores de cultura, como usuarios de la red y ciudadanos, hay que decir basta. Y presionar a los políticos para que se definan. En juego no sólo está la cultura; también la libertad. Hay que detenerlos, ya.

Corrección: la versión original erróneamente achacaba en exclusiva a la RIAA la presión para introducir nueva legislación anticopia 'de tapadillo' en los EEUU, y el enlace estaba apuntado a la dirección http://www.lessig.org/blog/archives/001528.shtml, que corresponde con un intento anterior (ya derrotado) de introducir la llamada 'Broadcast Flag'.

(fuente: http://navegante2.elmundo.es/navegante/2005/09/28/weblog/1127909882.html)